El ser humano aprende a concebir el tiempo histórico en cuanto aprende a hablar, utilizando vocablos que muestran diferentes formas de percibir el tiempo: "mañana", para señalar el futuro, "ayer" para mencionar el pasado. Ya incorporado al proceso escolar conoce la división del tiempo universalmente establecido en horas, minutos, segundos, días, semanas, meces y aun siglos.
Pero ello no significa que conciba automáticamente el pasado remoto, los siglos de la historia. Porque el tiempo histórico implica la relación con un conjunto de imágenes que definen sucesos, personas, grupos, lugares, formas cuyo conocimiento, requiere de un proceso especial de aprendizaje.Una forma viciosa de enseñar historia fue concebir que lo importante del conocimiento histórico era la verdad demostrable con toda precisión, concebir que lo único valido en el aprendizaje histórico era el conocimiento de los datos concretos, y así, la historia escolar se convirtió en una sucesión de fechas y nombres de personajes, batallas, acontecimientos, que deberían aprenderse de memoria, sin establecer otra forma de comprensión mas amplia.Solo que para combatir este vicio, se genero otro: en años más recientes, y partiendo de otro malentendido, se postulo la necesidad de comprender la historia a través de la interpretación general de los grandes ciclos, periodos, movimientos que dan lugar a las grandes transformaciones, restando importancia a los datos precisos, con lo cual se pierde, el armazón de la historia, el sustento, la base.El reconocimiento del hombre en otros seres debe realizarse en el espacio, claro en otras sociedades, culturas, razas, regiones, pero también en el tiempo: en la identificación de semejanzas y diferencias, antecedentes y consecuencias, que le den su sentido vital actual, por ello se considera la evidencia de la relación pasado-presente como categoría que otorga fundamento a la enseñanza de la historia.
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